Wednesday, November 17, 2010

Parece mentira...

que esto funcione todavía años después de utilizarlo por última vez. Lo cierto es que no soy un muy activo "blogger", pero también es verdad que la vida cambia y... quién sabe, lo mismo me vuelvo activo. Lo bueno de esto es que dices lo que quieres y sabes que nadie te va a leer, pero ahí estás, en la "nube", dando vueltas, y quizá alguien busque y quizá encuentre. ¿Quién sabe?

Monday, May 09, 2005

Lunes lunares

Lunes, vaya por Dios, segunda feria, dicen los lusos. Vaya diíta. ¿Por qué pasan tan pocas cosas buenas los lunes? Bueno, será una apreciación nada más, pero al fin y al cabo, la vida es la apreciación de lo que te rodea cada día, así que lo de los lunes será cierto. Por cierto, he leído la columna de Elvira Lindo del Domingo en El País. Buenísima, encanta leer algo de alguien inteligente y con sentido del humor (suelen ir unidos).
Los lunes son los días en que siempre "llueve" aunque haya sequía.
Los lunes te piden el informe ese que tanto has temido que te pidieran.
El atasco del lunes es aún más incómodo.
Y así...

Sunday, May 08, 2005

El puente de Mayo

Como solemos hacer desde hace unos años, hemos organizado un viajecito para disfrutar el puente.
Día 1. (29/04/2005) Salimos a mediodía, no sin cierta demora, por la N-V hacia Guadalupe (Cáceres). Comimos, mal, en un bar de carretera y llegamos a media tarde a la pequeña localidad, presidida omnímodamente por al inmensa mole del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Este edificio, enorme, es un pastiche de épocas y estilos, predominando el mudéjar. Llegados al pueblo, buscamos el alojamiento reservado en un lugar de nombre "Alba Taruta". Indescriptible, lo intentaré: empinada escalera dos pisos arriba para llegar a lo que sería la buhardilla, un distribuidor de estilo indefinido, sendas habitaciones sin ventana, únicamente una claraboya en el techo mal aislada de la luz entrante. Cuadro horroroso de la Virgen de Guadalupe que nos apresuramos a descolgar. Baño sencillo, tampoco ventana en nuestro caso, sólo un respiradero por el que entraba únicamente el sonido de la calle, tranquila a esas horas. Una vez instalados, salimos a dar un paseo por las calles más típicas del lugar. Muchas fotitos. Cervezas y refrescos en la plaza del pueblo y cena posterior en un lugar razonable cuyo nombre se me escapa de la memoria. Después a dormir, mal por el colchón y el ruido de los bares de copas que rodean el indescriptible alojamiento.
Día 2. Por la mañana, desayuno incluido en el bar cercano de la misma propiedad, razonable, y después visita guiada al monasterio. Es como ver una obra de teatro mil veces representada dicha por un actor prejubilado al que le ajusta mal la dentadura postiza. Hordas de ancianos rodean al guía mientras declama su texto interrumpido por los cuchicheos de la multitud. Impresiona la cantidad de objetos que guarda el monasterio, algunos valiosísimos por los que te pasan a matacaballo. Joyas, esculturas, incunables, lienzos de Zurbarán, etc. Finaliza la visita con una visión cercana de la propia Virgen bajo la dicción suave de un fraile teniente y un ósculo (voluntario) repulsivo sobre un objeto sagrado.
De nuevo al sol, buscamos el Parador de Turismo y luego la hospedería, todo muy bonito y nos dispusimos a comer temprano, pues queríamos disfrutar de una caminata sugerida por la chica de la oficina de turismo. Cominos en el restaurante Alcántara y después del café comenzamos la caminata que empieza sobre el viaducto. G. sufrió una picadura criminal que acabó hinchándole el párpado izquierdo aunque no le impidió disfrutar del camino. Hacía mucho calor y cuesta arriba, cuesta abajo, se nos fueron casi tres agotadoras horas que culminaron entrando de nuevo al pueblo por la zona de calles más empinadas, que prácticamente había que escalar.
Tras trasegar alguna salvadora cerveza, nos dispusimos a cenar de tapas, cosa que hicimos y después de una copa mientras los chavales veían el partido de fútbol, intentamos dormir en nuestra buhardilla, cosa que resultó prácticamente imposible gracias a los divertidos viandantes de la zona de copas.
Día 3. Tempranito en carretera, destino Lisboa. El Holiday Inn Inernational al que, después de alguna vuelta de más, llegamos, estaba perfectamente. El problema es que llegamos en domingo y el hotel está en una zona de oficinas, eso quiere decir que la hostelería de la zona estaba cerrada. Con un poco de suerte comimos cara al viento en un restaurante decente que abre los domingos y lo hicimos bien. Más tarde, paseo por la Lisboa más turística para, después de constatar que la marisquería que teníamos prevista también estaba cerrada por domingo, cogimos el ferry hasta Caçilhas, donde cenamos en un pequeño restaurante amabílisimamente atendido por un anciano camarero con bigote.
Día 4. Excursión a la Boca del Infierno en Cascais y visita a Estoril. Muchas olas, mucho chalet lujoso, bastante sol y, como no, el lugar previsto para comer en Sintra cerraba las segundas feiras (los lunes) y tuvimos que escoger otro lugar bastante menos satisfactorio. Menos mal que la baba de camelho estaba estupenda. De vuelta a Lisboa, cogimos por fin el tranvía 28 donde me afanaron el móvil para por fin cenar en la marisquería que estaba cerrada la noche anterior. Servicio óptimo, género bueno y buen vinho verde y a dormir.
Día 5. Viaje de vuelta. Pasamos por Aveiro para comprar vinho y otras cosas y llegamos a un publo de Cáceres donde adquirimos productos de guarro blanco y de ibérico directamente en una fábrica. Arribamos a última hora de la tarde a Madrid sin soportar atasco, g.a.d. Despúes de cenar, despedida, oración y cierre.

Dominguerías

Es curioso lo de los domingos por la mañana. Si madrugas un poco parece que tienes un montón de día por delante, pero al rato te das cuenta de que ha pasado el tiempo, de que casi es la hora de comer y aún no has hecho nada. Por eso, al domingo siguiente te propones madrugar un poco más y así poder hacer algo de lo que dejaste de hacer el domingo anterior, pero... el sábado por la noche hubo una fiesta, te acostaste tarde y no hubo manera de madrugar. Y así sucesivamente.
Claro que además, según cumples años ( y yo tengo unos cuantos ya) los días duran cada vez menos, incluidos los domingos.
Pero también es verdad que algunos días gloriosos cunden. No sé si es por la concentración con la que te aplicas en algún tema o simplemente porque la mañana tiene un color especial o porque empieza la primavera, algunas mañanas parecen inacabables y disfrutas de su duración. Ahora las aprecio mucho más quizá por su escasez.
Los desayunos de domingo tienen que ser especiales, normalmente por dos causas: porque tomas otras cosas o porque siendo las mismas, desayunas con compañía. En cualquier caso eso está bien y forma parte de la ceremonia que en sí es el vivir un domingo.
Por cierto, y como domingo de mayo, me estoy yendo a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión del Paseo de Recoletos.